Marisela Escobedo fue una activista mexicana asesinada en 2010 enfrente del Palacio de Gobierno de Chihuahua tras dos años de lucha para obtener justicia por el feminicidio de su hija Rubí, asesinada en 2008.
En 2012, el entonces gobernador de ese estado, César Duarte, anunció que con la muerte del feminicida de Rubí y el “suicidio” del chivo expiatorio que usaron para justificar la muerte de Marisela quedaba oficialmente cerrado el caso de ambas mujeres.
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